Haz magia con tus manos, siguiendo los pasos de este sencillo manual
¿Eres consciente de lo que se siente tocar? Siempre nos enfocamos en sentir las caricias de nuestro amante, pero pocas veces disfrutamos las sensaciones que las yemas de los dedos nos regalan al tocarlo. Esto se debe a cierta pérdida de asombro. Bien, pues volverás a asombrarte y, créeme, para él serás la diosa de la prestidigitación.
Dedos a la obra
Lo primero es reactivar las yemas de tus dedos. Comienza contigo, toca uno de tus muslos o tu antebrazo. Siente. Pero enfócate en lo que perciben tus dedos, nada más. Las yemas poseen terminales nerviosas que forman enredos nerviosos de formas y tamaños diversos. Por ello, tus dedos tienen mayor potencial sensorial que el resto de la piel. Esta nueva visión sobre tus yemas te llevará a gozar cada toque y será obvio para él: pocas cosas los excitan más que verte disfrutando al máximo.
Ahora, a practicar con él
Será mucho más fácil que lo plantees directamente como un momento especial dentro de su repertorio. Invítalo al mood, pídele que se coloque de pie frente a ti y que no se mueva, que te deje “trabajar”. Desnúdalo poco a poco y ve desnudándote al tiempo. Él puede tocarte, claro, pero el protagonista de la contienda es el roce de tus dedos. Necesitarás un aceite de masajes. Elige alguno estimulante: canela, coco, frutos rojos; el de sándalo, desde hace siglos se usa como un inductor sexual. Lo importante, además, es que les encante el olor.
Lo que más le gusta
Mientras lo tocas, él espera que ya vayas hacia su pene. Y lo harás. Primero, roza apenas la periferia de sus genitales, tocando apenas los testículos; baja por su entrepierna y sube de nuevo, pero esta vez, acariciando sólo los testículos. Con las palmas hacia arriba, roza cada una de las bolsas escrotales. Ahora sí, ve directo a su pene con ambas manos desde el tronco, hasta el glande.
