7 verdades que entenderás si alguien que amas sufre de una adicción

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Si alguien que amas está usando drogas o alcohol de una manera que pone en riesgo su salud, relaciones, finanzas, carrera o hasta su vida, te apostamos a que te sientes abrumado y desesperado por ayudarlo y hacer que se de cuenta de este comportamiento tóxico.

Pero antes de ayudar a esos que han perdido el control, es importante entender algunas de las realidad que vienen con la adicción:

1. No se trata de ti

Puede ser difícil para los que están alrededor del adicto, en especial para los padres y la pareja, pero no tomen la adicción personalmente. No es inusual pensar que algo que tú hiciste causó el comportamiento destructivo o que pudiste haber hecho algo para evitarlo. Pero su adicción no se trata de ti. La culpa no es productiva para sanar. Involucrarte en su tratamiento y recuperación puede darle a la persona mucho más fuerza y apoyo de lo que piensas. Práctica el perdón a diario e intenta soltar el pasado para comenzar de nuevo.

2. Rehabilitación no es igual a tratamiento

Una idea equivocada común es que un adicto solo necesita rehabilitación y desintoxicarse para curarse. La adicción es un desorden cerebral que erosiona el autocontrol de una persona y su habilidad de tomar las mejores decisiones. Cambiar eso no es tan fácil como suena. Toma tiempo y mucho esfuerzo reemplazar estos patrones de pensamiento y de comportamiento por unos nuevos. Estar conscientes de esto y tener paciencia con nuestro ser amado será un paso vital para su recuperación.

3. Nadie espera convertirse en adicto

La adicción comienza con una decisión - la de tomarse un trago o drogarse. Pero esa decisión la hacemos sin pensar que nos convertiremos en adictos. De hecho, 5 de cada 6 personas que se drogan no se convertirán en adictos. ¿Por qué existen las adicciones entonces? No hay una respuesta simple o fácil, pero los investigadores creen que se trata de una combinación de factores como genética, trauma y otros problemas psiquiátricos como ansiedad, depresión y bipolaridad. Cuando una persona se convierte en adicta a algo, sus comportamientos se vuelven condicionados y su cerebro cambia.

4. El hecho de que alguien haya entrado a tratamiento no significa que haya decidido dejar de drogarse o tomar

Nadie se despierta una mañana pensando que hoy sería un buen día para dejar su adicción. Normalmente entran a tratamiento por alguna consecuencia de su adicción: perdieron su trabajo, su pareja los dejó, tuvieron una sobredosis o su vida está en peligro. Aún con estos enormes problemas, alguien que sufre de adicciones debe pensar que su vida es mejor sin consumir y no ser obligado a entrar a tratamiento.

El primer objetivo del tratamiento es que el paciente encuentre su propia motivación para hacer cambios en su vida. Hacer un compromiso con si mismo y no con alguien más.

5. Las mentiras van con el territorio

Tu ser amado te va a mentir y vas a querer creer en él. Hay una posibilidad de que ellos mismos crean en sus mentiras. Pero te mentirán para proteger su enfermedad, porque su sustancia se ha convertido tan vital para ellos como el aire que respiran. No lo decimos para que perdones sus mentiras, solo para que entiendas por qué lo hacen y que no lo tomes personal y no te duela tanto. Mantén las líneas de la comunicación abiertas con esa persona pero también pon límites claros y siempre orilla a que busquen ayuda profesional y tratamiento.

6. La gente recae por una razón

En muchos casos, el uso de sustancias comienza como una manera de auto-medicarse para evitar todo tipo de sentimientos negativos traídos por condiciones como depresión, ansiedad o trauma. Y cuando un adicto sufre de cualquiera de estos o cualquier otro desorden como insomnio son mucho más propensos a recaer.

7. Tú no puedes entrar a tratamiento por ellos

No hay nada más doloroso que ver a alguien que amas lastimarse a si mismo y a todos los que lo rodean. Tu reacción natural será intentar protegerlo de todas las consecuencias negativas de sus acciones. Pero recoger las piezas a veces retrasa la sanación y extiende el sufrimiento para todos. En su lugar, ayúdalos a querer ayudarse. Por ejemplo, puedes dejarle muy claro que no le ayudarás con dinero, pero que le ayudarás a llevar y traer cuando esté listo para entrar a tratamiento.

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