Para conmemorar a las víctimas, voluntarios y rescatistas que trabajaron el 19 de septiembre de 1985 y del 2017 para salvar a cientos de personas debajo de los escombros y darle un poco de esperanza a miles de familias que habían perdido a sus familiares, Cosmo se sentó a platicar con tres hombres excepcionales: los “topos” de la unidad Tlatelolco. Tuvimos el honor de conocer a Fernando Álvarez Bravo, a Mario Norberto Luna Sosa y a Iván Barrientos Salas y nos contaron todo sobre su honorable oficio.
C: ¿Qué sintieron al ver a la sociedad mexicana tan unida el 19 de septiembre del 2017?
T: Nos da gran satisfacción ver a la sociedad unida ante una tragedia a nivel nacional. Sin embargo, sentimos que fue muy poco tiempo. Se nos olvidó a las pocas semanas que regresamos a la normalidad. Hasta el día de hoy todavía hay gente en Oaxaca que necesita ayuda. Es buena la unión pero no debería quedar en un “flamazo”, como algo temporal. Tomos somos pares y debemos seguir ayudando a nuestro prójimo en el día a día.
C: ¿Qué cambio hubo en su vida a partir del sismo del 2017?
T: En todos los eventos y desastres naturales en los que participamos nos llevamos cosas buenas y malas. Pero intentamos ayudar como podemos. Además nos enfocamos en nuestro desempeño, celebramos lo que hacemos bien y pensamos en cómo mejorar como equipo para la próxima vez.
Lo que más nos dolió del 19-S fue que la tragedia pegó en casa. Aunque hemos trabajado en muchos estados de la república y países del extranjero y todos somos hermanos, lo peor es ver como sufre tu amigo, tu primo, tu conocido. Cuando el temblor pegó en México dolió un poquito más.
C: ¿Cuál es su motor para poder dedicarse a esto?
Es importante decir que no somos mártires. No pensamos en morir cuando entramos a los escombros de un edificio colapsado. En el entrenamiento conocemos los riesgos y nos enseñan a manejarlos. Hay que ver que en la vida diaria también hay riesgos. Es lo mismo. No somos héroes. Estamos para ayudar a una persona, a un par, a alguien igual a nosotros. Pero no lo hacemos sin antes disminuir el riesgo y saber que vamos a estar bien. ¿Qué nos mueve? Buscar la vida. Darle esperanza a los familiares de los desaparecidos y en especial a esas personas que están debajo de los escombros. Que llevan horas esperando a que alguien los escuche o a escuchar un sonido. Que sepan que no los han abandonado. Lamentablemente en el rescate de los vivos encontramos muertos e intentamos tratarlos con la misma dignidad. Pero nunca entramos con mentalidad de morir. Sabemos que regresaremos vivos e ilesos. De hecho, en 33 años no hemos tenido ningún accidente mayor, ni siquiera de hospitalización. Nos preparan muy bien. Todos tenemos familia, amigos, hijos, papás hermanos y nos esperan de regreso. Hacemos una valoración previa de la estructura colapsada antes de entrar y el equipo siempre regresa completo. Hasta las unidades caninas que ya son parte de la familia.
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